Luis Chitarroni, nuevo académico de número de la AAL

El jueves 28 de octubre la Academia Argentina de Letras eligió académico de número al escritor, traductor, editor y crítico literario Luis Chitarroni.Fue designado por los académicos, reunidos en sesión ordinaria, para ocupar el sillón «Calixto Oyuela», en el que lo precedieron Atilio Chiáppori, Rodolfo Ragucci, Raúl Castagnino y Emilia Puceiro de Zuleta Álvarez. Estaba vacante desde el 24 de octubre de 2019 tras la designación de la última como académica honoraria.Para ver la nómina de los actuales miembros de número, hacer clic aquí. Todos, desde que son elegidos para integrar el cuerpo académico de la AAL, forman parte automáticamente de la Real Academia Española en condición de miembros correspondientes.

    • Charla con Clarín: «A cada paso, una cita: Luis Chitarroni y un despilfarro de erudición que llega a la Academia Argentina de Letras»Paula Conde — «Ya nos lo dijo Jorge Fernández Díaz [académico de número de la AAL]: Luis Chitarroni es el máximo erudito de la literatura argentina de este momento. Tiene razón.“Uno nunca sabe si estas cosas no te condenan a un silencio absoluto”, dice Chitarroni. […] “En el final de Madame Bovary, Monsieur Homais, el burgués por antonomasia, recibe la Legión de Honor. A cada cual su atributo. Ganar algo es una cuestión casi de azar. Es una rara consagración en un país como este. Esto de los atributos, creo que viene de la época de Valéry en la Academia Francesa, donde seguramente no estuvo Marcel Proust, por tomar la precaución de morirse antes”.[…] Por estas cosas de la pandemia, los protocolos y la nueva normalidad, Chitarroni aún no pudo testear la comodidad del sillón número 19, el que lleva el nombre de Calixto Oyuela: “Qué raro es eso de ocupar la silla de alguien. Por ahora sigo las sesiones por Zoom en la silla de mi computadora, bastante incómoda en verdad. Es como el Salon des Refusés, adonde van las obras rechazadas y da inicio al impresionismo, es decir, los artistas tenían más prestigio cuando eran rechazados que cuando se incorporaban al grupo. Todo siempre plantea dudas y perplejidades”, comenta (y está feliz con su designación).Esto es, como se ve, un despilfarro de erudición. Y es exactamente la manera en que Chitarroni, de 63 años, editor, escritor, crítico, expresa su alegría por formar parte de la Academia. “Uno tiene que tener el atrevimiento de ocupar los lugares oficiales, que no sea un lugar de complacencia. Borges no logró convencerlo a Bioy pero ocupó un lugar en la Academia durante mucho tiempo. Y Borges es el escritor más revolucionario de la literatura argentina, en términos de aportes literarios. Aportó Pierre Menard, autor del Quijote, una especie de teoría literaria en cinco páginas” […]».
    • La Nación: «El escritor, crítico y editor Luis Chitarroni ingresa a la Academia Argentina de Letras»Daniel Gigena — «Para despedir 2021 con una buena nueva, la Academia Argentina de Letras (AAL) anunció que, desde esta semana, el editor, escritor, traductor y crítico literario Luis Chitarroni (Buenos Aires, 1958) integra la institución responsable del estudio y los usos del idioma español en el país. La misma presidenta de la AAL, la doctora en Letras Alicia María Zorrilla, confirmó a La Nación el ingreso del nuevo académico de número. “La elección corrobora una trayectoria brillante y merecedora de la designación de académicos”, dijo Zorrilla.“En fin, los amigos nada perdonan —dice, bromeando, Chitarroni a La Nación—. Y gracias a Hugo Beccacece y a Jorge Fernández Díaz, y a otros que andaban por ahí, como Pablo De Santis y Santiago Kovadloff, ahora soy parte de la Academia Argentina de Letras. Acuérdense del final de Madame Bovary cuando a Homais le dan finalmente la Legión de Honor. Como toda consagración y reconocimiento, este no deja de asustarme y dejarme perplejo, ya que soy un cronófobo a quien los minutos que pasan lo aterran. No creo que cronófobo haya sido admitido por los diccionarios, ni por el de Casares ni por el de Covarrubias, que es mi favorito. Justo este nombramiento honorario me interrumpe mientras escribo un artículo o ensayo corto sobre los límites del nacionalismo, una idea que surgió después de leer una magnífica irreverencia de Bioy en su correspondencia con Wilcock: ´Una especie de Castagnino que tienen acá´, refiriéndose a Roland Barthes. ¿Hasta dónde llegamos con nuestros afectos y referencias? En todo caso, dedico esto a un amigo que tenía, sí, algo de lexicógrafo, C. E. Feiling”.Chitarroni recuerda que Ricardo Piglia decía que “el gran problema” de los escritores argentinos es el de la consagración. “No hay nada que te satisfaga —observa—. Si a César Aira le diera el Nobel de Literatura y eso calmara su deseo de escribir es mejor que no se lo den”.[…] Erudito es la palabra que también utiliza el académico, escritor y periodista Jorge Fernández Díaz, uno de los impulsores de la candidatura de Chitarroni junto con su colega Hugo Beccacece, para referirse a Chitarroni. “Es uno de los grandes eruditos de la literatura argentina de todos los tiempos, quizás el más grande que tengamos actualmente —afirma Fernández Díaz—. Es heredero de Francisco Porrúa y de Enrique Pezzoni, dos de los grandes editores de todos los tiempos. Publicó libros de Ricardo Piglia, Fogwill, Sergio Chejfec, Luis Gusmán, Daniel Guebel, María Martoccia, Gustavo Ferreyra, C. E. Feiling, Ana María Shua, María Negroni y muchos más. Y fungió como principal asesor en el área de ensayo y creó una colección de poesía impresionante, donde estaban Olga Orozco, Alberto Girri y Alejandra Pizarnik, entre otros”. Para el autor de El puñal, Chitarroni protagonizó una gran experiencia en un megagrupo editorial, que luego profundizó en la editorial independiente La Bestia Equilátera. “Es una especie de lector total, alguien que además es un especialista en jazz, en rock sinfónico, en pop, en cine, es un tipo capaz de conectar a Cervantes con Leónidas Lamborghini, a César Aira con el Robinson de Daniel Defoe y a Jane Austen con Stephen King —agrega Fernández Díaz—. Por todas estas razones un grupo de académicos impulsamos su incorporación a la AAL. Estamos muy orgullosos de darle un lugar a alguien que ya es una leyenda”.[…] “Es un motivo de alegría la incorporación de Chitarroni a la Academia —dice Pablo De Santis [académico de número de la AAL] a La Nación. Comencé a leer a Luis en aquella sección que hacía para la revista Babel: ‘Siluetas’. Eran estampas de escritores que solo él, con su infinita erudición, conocía o inventaba. Siempre ha tenido una forma originalísima de encarar el ensayo, con una imaginación desbordante y una búsqueda de lo que las bibliotecas tienen de raro, de olvidado, de imprevisible. En su elección como académico de número se reconoce también su obra como narrador y como editor; está considerado uno de nuestros más grandes editores, y de los intelectuales más queridos y respetados entre pares. Si hay una figura que recorre toda su obra es la del lector inquieto, desordenado y tenaz; un lector que considera la lectura como descubrimiento e invención”. Desde ahora, esa perspectiva original enriquecerá debates e iniciativas en la AAL».
    • Clarín: «Reconocimiento: Luis Chitarroni se suma a la Academia Argentina de Letras»
    • Infobae: «Luis Chitarroni, nuevo miembro de la Academia Argentina de Letras»
  • Télam: «El ensayista y crítico Luis Chitarroni fue nombrado miembro de la Academia Argentina de Letras»

Luis Chitarroni
Nació en Buenos Aires el 15 de diciembre de 1958.Es escritor, editor, traductor y crítico literario.Inició su carrera como colaborador y redactor de críticas literarias en diversas revistas y medios de comunicación nacionales.En 1986 ingresó a la Editorial Sudamericana como editor. Allí desarrolló una labor impresionante en la colección Narrativas Argentinas, donde publicó a Piglia, Fogwill y Aira, pero también a Guebel, Guzmán, Chejfec, Bizzio, Feiling, María Negroni, María Martocia, Gustavo Ferreyra, Ana María Shua y tantos otros autores de culto. Allí, a su vez, fungió como principal asesor en el área del ensayo y creó una colección de poesía impresionante, donde se lucían los versos de Alejandra Pizarnik, Olga Orozco y Alberto Girri.Luego recaló en la editorial La Bestia Equilátera, y protagonizó el gran fenómeno de las editoriales independientes.En 1992 publicó Siluetas (1992), que reúne una serie de retratos de escritores, algunos imaginarios y otros reales, escritos para la recordada revista literaria Babel.Su primera novela, El carapálida, apareció en 1997.Es autor también del volumen antológico Los escritores de los escritores (1997), Mil tazas de té (2008), Peripecias del no: Diario de una novela inconclusa (2007), La muerte de los filósofos en manos de los escritores (2009) y de diversas antologías de cuentos breves, a menudo en colaboración con Raúl Brasca. Entre ellas se destaca Del cuento breve y oculto (2000) y La noche politeísta (2020).Se destacó por su taller de escritura creativa, de donde han surgido grandes narradores, y por sus incontables cursos y seminarios, que versaron sobre temas tan disímiles y amplios como el surrealismo, el Quijote y Agatha Christie, la poesía argentina y sus comparaciones con la norteamericana y la inglesa, y los vínculos más inesperados entre narradores lejanos y hasta antagónicos.Fue un traductor crucial de escritores poco traducidos y también de pensadores de la sociología y de novelas de Jean Austin y de Stephen King. Tuvo un gran éxito con sus clases en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) en torno a la literatura del continente. Un libro recoge ese acontecimiento: Breve historia argentina de la literatura latinoamericana (a partir de Borges), publicado en 2019.Fue jurado de Casa de las Américas, del Konex y del premio La Nación-Sudamericana. Es actualmente jurado del Premio Municipal en el rubro ensayo.Ha dictado conferencias en varios países, y un seminario en Cambridge, donde hizo una exposición sobre la literatura argentina, y confraternizó con George Steiner e Ian Mc Iwan.