En 2017 la Academia Argentina de Letras publicará la tercera edición del Diccionario del habla de los argentinos, tras las dos primeras publicadas en 2003 y 2008. Se sumarán 1.111 términos y 328 modismos habituales.
En el diccionario elemental de la Academia se podrán encontrar tanto las palabras tradicionales del lenguaje oral y escrito de los argentinos como aquellos términos cuyo carácter de argentinismo suele pasar inadvertido a causa de la familiaridad de su empleo. Se documentan las variadas formas del habla de todas las regiones de la Argentina, así como sus distintos niveles de uso.
Los diarios Clarín y Rosario3 difundieron recientemente algunos de los nuevos vocablos que se incluirán en la tercera edición del diccionario, fruto de una labor de ocho años. A continuación, algunos ejemplos de estos términos que ingresarán, más allá de las 328 nuevas acepciones o subentradas, modismos compuestos por varias palabras como “estar en el horno” o “tirar la chancleta”, cuya definición fue corregida.
- Carpetazo: Difusión de información comprometedora sobre una persona, en particular un funcionario público o un militante político y a partir de datos provenientes de una carpeta.
- Farandulero: Demasiado llamativo; ordinario.
- Estoquear: Acopiar cualquier tipo de mercadería para su comercialización más ventajosa.
- Cortamambo: Que arruina el clima positivo o el entusiasmo por hacer algo.
- Tetra: Vino barato envasado en caja.
- Bombazo: En el fútbol, tiro muy potente.
- Noventoso: Que es propio de los años noventa del siglo XX o que los evoca.
- Banana: Embarcación inflable de recreo remolcada por una lancha, en la que los bañistas van montados.
En su nota, Clarín cita a fuentes de la Academia que dieron declaraciones exclusivas sobre las novedades y la elaboración del diccionario. “La nueva versión requirió que un equipo de cinco investigadores lexicográficos de la AAL realizara una tarea detectivesca en los últimos años: monitorear la literatura recién impresa, los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales siempre en ebullición para capturar las expresiones jóvenes que ganaron espacio en los discursos. «Cada uno de nosotros escucha con atención conversaciones por la calle y en el transporte público, para después averiguar si ya se trata de voces de uso común», le explicó al diario Santiago Kalinowski, director del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas de la AAL.
[…] Pero, ¿para qué registrar cómo estamos hablando los argentinos? El presidente de la AAL, el filólogo José Luis Moure, contesta: «El idioma es parte de nuestro patrimonio nacional. Como cualquier información cultural referida a nuestro país y a su gente, sea histórica, geográfica o literaria, un diccionario de nuestra variedad lingüística sirve para conocernos mejor en uno de nuestros atributos nacionales más distintivos, como es la manera en que nos expresamos». Según explica, la herramienta puede ayudar a entender cada palabra según su nivel de uso y contexto (coloquial, vulgar o despectivo, por ejemplo) y auxiliar, incluso, a quienes vienen a estudiar el español de acá, o a quienes deben estudiar documentos de distintas épocas. Es como un museo que, paradójicamente, está cambiando todo el tiempo”. Leer el artículo de Clarín completo, con otras declaraciones del Dr. Moure sobre si se habla mejor o peor en la Argentina y con más de los nuevos vocablos de la tercera edición del Diccionario del habla de los argentinos.