El presidente de la Academia Argentina de Letras José Luis Moure sostiene que la lengua no sufre un complejo de inferioridad
El director de la Real Academia Española, Darío Villanueva, abrió la polémica cuando recientemente, durante una visita en Filipinas, criticó con fuerza el avance de los anglicismos en el idioma español. Dijo que es absurdo que la gente diga tablet en lugar de tableta y lamentó lo que considera como una “entrega absurda al inglés desde una lengua fuerte” como el español, en diversos ámbitos. “Me preocupa el problema de la influencia muchas veces incomprensible del inglés. Yo uso el término papanatismo para referirme a esto”, le explicó a la agencia EFE. Según evaluó, la publicidad “usa términos ingleses como si las cosas al ser descriptas en inglés tuvieran más valor” y opinó que “detrás de esto subyace cierto complejo de inferioridad que me parece muy desagradable”.
La controversia sobre si las palabras que los hispanohablantes adoptamos del inglés están empobreciendo nuestra lengua o no tuvo su repercusión en Clarín, diario que mostró la opinión divergente de otro catedrático: el Dr. José Luis Moure, presidente de la Academia Argentina de Letras y profesor de Historia de la Lengua en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. “No considero en absoluto que haya un complejo de inferioridad, soy menos alarmista que Villanueva —analizó—. La exhibición permanente de la cultura norteamericana puede llegar a crear en muchos hablantes la impresión de que hay elementos en esa lengua ´más deseables´, pero en todo caso lo definiría como un esnobismo”.
Moure es tajante: “Esta característica en ningún caso hace trastabillar el idioma. La historia de la lengua es en realidad la historia del ingreso de palabras extranjeras en mayor o menor medida, según las épocas. Hoy a nadie se le ocurre pensar que el español estuvo en peligro por la entrada de 4.000 arabismos en España, en su momento. En el Río de la Plata, en el siglo XIX, pasó algo similar con los galicismos (palabras tomadas del francés)”.
El presidente de la AAL cree que las “campañas puristas son contraproducentes” y señala que muchas de estas palabras enriquecen o resultan más prácticas. “Al hablante le resulta más rápido hablar del ´mouse´, o decir que algo está ´online´, términos que ya están instalados y corren por todo el mundo” —precisa—. En la Feria del Libro, prefiero referirme al ´stand´, una palabra más alusiva, antes que al ´puesto´, término que puede tener varios significados”.
En la nota, se recogen declaraciones de la licenciada en Letras, investigadora y exdirectora del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas de la AAL, Susana Anaine, para quien “el tsunami de préstamos vino de la mano de la informática y, luego, de las redes sociales, que llegaron y se manejaron en inglés, porque se crearon en inglés”. La especialista evalúa que “difícilmente una lengua puede rechazar el ingreso de términos que nombran realidades nuevas, para los que no siempre hay una denominación equivalente. Primero el hablante se comunica con lo que tiene, lo hace como puede, después acaso llegue el momento de encontrar formas de reemplazo” en castellano.