Se presentó el Diccionario de la lengua de la Argentina
El sábado 27 de abril, en la 45.ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, la Academia Argentina de Letras (AAL) realizó el tradicional acto que organiza todos los años en el marco del encuentro literario más importante de la Argentina. En esta ocasión, se llevó a cabo la presentación del Diccionario de la lengua de la Argentina (DiLA), en la Sala Carlos Gorostiza, de 20.00 a 21.30.
Presentaron el libro la presidenta Alicia María Zorrilla, el vicepresidente José Luis Moure, el académico Jorge Fernández Díaz —coordinador de la mesa—, el académico Oscar Martínez y los responsables de la elaboración del diccionario, integrantes del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas (DILyF) de la AAL: el director Santiago Kalinowski y los lexicógrafos Josefina Raffo, Pedro Rodríguez Pagani y María Sol Portaluppi. Los tres primeros, junto con los académicos, fueron los oradores del acto organizado en colaboración con Ediciones Colihue, la editorial que publicó el Diccionario junto con la AAL y que, a su vez, lo distribuye.
El Diccionario de la lengua de la Argentina es una obra lexicográfica preparada por la AAL que reúne el léxico que se usa de manera exclusiva o preponderante en el territorio de la República Argentina. Se trata de la tercera edición —ampliada y corregida— del antes conocido como Diccionario del habla de los argentinos. Leer la reseña del diccionario (al final del artículo).
La de la Feria del Libro fue la tercera presentación del DiLA. Las dos primeras fueron en el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), celebrado en Córdoba del 27 al 30 de marzo: en el acto de Presentación de actividades y proyectos de las instituciones organizadoras y en el acto de Presentación de obras de la AAL en la Academia Nacional de Ciencias.
En la Feria, el Diccionario está a la venta, en el estand de Colihue.
- EFE: “Re, angá y laburo entraron al diccionario de los argentinos”, con reproducción en Clarín
“Es un diccionario diferencial, que no incluye la totalidad de las palabras, sino las que se usan de manera preponderante o exclusiva en el territorio de la Nación”, explicó Santiago Kalinowski en una entrevista a EFE. El Diccionario es el resultado de un profundo trabajo de recolección léxica de las diferentes “zonas dialectales” como la de Cuyo, el Noroeste, el Centro o el Sur, que tienen sus propias particularidades, reunidas ahora en este nuevo tomo, detalló Kalinowski. - Artículo en la página de la ASALE
Jorge Fernández Díaz, José Luis Moure, Alicia Zorrilla, Oscar Martínez y Santiago Kalinowski
Jorge Fernández Díaz
El discurso de Jorge Fernández Díaz
El académico de número Jorge Fernández Díaz coordinó la presentación y la abrió con un discurso en el que celebró la publicación de una “obra monumental, absolutamente imprescindible. Que habla de nuestra identidad nacional, nuestro patrimonio léxico. Un libro fundamental para la historia y una obra capital para los especialistas del lenguaje”.
El escritor y periodista enumeró algunos de los vocablos incluidos en el diccionario: mina, berreta, gurí, laburo, abrochadora, abrojo, acolchado, alfajor, prepaga, heladera, quincho, rambla, triangulación,… “En las escuelas y en todas las casas debería estar”, concluyó. Luego presentó a los siguientes disertantes, con aplausos para todos, y en especial para Alicia María Zorrilla, sobre quien anunció al público presente que había sido elegida presidenta de la AAL dos días antes: “Un verdadero orgullo para nosotros”, dijo Fernández Díaz.
Emiliano De Bin, Adjunto a la Dirección Editorial de Colihue
El discurso de Emiliano De Bin
El editor de Ediciones Colihue tuvo una intervención especial antes de que siguieran hablando los oradores. Agradeció a la AAL, en la persona del Dr. José Luis Moure, “mi profesor de Historia de la Lengua”. Expresó su satisfacción por el trabajo llevado adelante con el DILyF y calificó la publicación del Diccionario como “un desafío importante para nosotros”.
Alicia Zorrilla
El discurso de Alicia Zorrilla
En una alocución en la que navegó por la palabra “diccionario” letra por letra, explicada etimológicamente y según su uso y lo que simboliza, la presidenta de la AAL reflexionó sobre el porqué de la investigación de la Academia en un diccionario. “No es solo un repertorio de términos ordenados alfabéticamente. Es el símbolo de nuestra cultura lingüística, de nuestros sentimientos y de nuestra espiritualidad. En él están todas nuestras regiones, gestos, costumbres, vestimenta, trabajos, pasiones, en fin, toda nuestra historia”, afirmó.
Según Alicia Zorrilla, en el DiLA “están presentes todos los argentinos. Cada argentino es el diccionario del país y se verá representado en esta obra”. “Las palabras constituyen nuestra identidad —señaló—. Legitiman el silencio, y al mismo tiempo, ¡cuánto dicen! Un diccionario es la alfa de nuestra vida lingüística”.
“Cuando ingresamos en el mundo de cada vocablo, salimos del diccionario enriquecidos. Abrir un diccionario es un viaje apasionante, el acceso a una realidad lingüística superior”, dijo, e invitó a abrir el DiLA para que se cumpla la sentencia borgesiana: “La belleza, como la felicidad, es frecuente”.
José Luis Moure
El discurso de José Luis Moure
El vicepresidente de la AAL habló de los antecedentes “bíblicos” del Diccionario de la lengua de la Argentina: de los diccionarios precursores y del camino histórico que llevó a la edición del DiLA. “En el principio, el DiLA era el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) —en el sentido de que era la única obra lexicográfica de referencia para cualquier argentino—. El centro formativo de la lengua estaba en la península española”.
“La lengua con el tiempo se altera, y más, en un territorio tan inmenso como el americano. Pero, en el espacio, cambia la lengua también: las distintas regiones, con su cultura e historia política y social diferentes, cambian la lengua, por lo que hay variantes léxicas y cambio de significado de palabras” tanto a lo largo del tiempo como del espacio, dijo el Dr. Moure. “Cada nación fue formando sus propias tradiciones discursivas en el idioma español, más allá de las palabras que entraron como extranjerismos o provenientes de las lenguas de los pueblos originarios”.
“Así, el DRAE empezó a servir como planta o modelo para otros diccionarios que fueron elaborando las naciones americanas. Al mismo tiempo, el DRAE incrementó (aún con impedimentos) el número de americanismos recogidos en el diccionario, las palabras usadas en América y no en la Península, y que las Academias hispanoamericanas le iban mandando”, contó el nuevo vicepresidente de la AAL y responsable institucional del DiLA. Valoró que el DRAE ya no se llame así, sino Diccionario de la lengua española, y que tenga la pretensión de incorporar los vocablos de todo el mundo hispanohablante, pese a que aun no están en su totalidad.
José Luis Moure continuó: “Ante esa realidad, un país puede asumir dos actitudes. Una, la de hacer un diccionario distinto al DRAE o Diccionario de la lengua española que defina todas las palabras del español general desde el país propio, como fue el caso del Diccionario integral del español de la Argentina. La del DiLA corresponde a la segunda actitud: hacer un diccionario que incluya todas las palabras que en su significante o su significado no están en el Diccionario de la lengua española”.
“El DiLA contiene vocablos cuya argentinidad es conocida así como desconocida. No solo tiene el léxico de la lengua popular o vulgar”, sino también el de uso cotidiano, neutro o instalado en el habla común de la gente, cuya argentinidad, su uso preponderante o único en la Argentina, se ignora. “Si se lo llevan —auguró Moure— la vida va a ser menos pobre”.
Oscar Martínez
El discurso de Oscar Martínez
El académico de número Oscar Martínez celebró estar en una sala que lleva el nombre de un gran dramaturgo —Carlos Gorostiza—, y elogió al DiLA como “una edición sorprendente y apasionante”. Y agregó: “Me encontré con más de lo que me esperaba y me reconfortó mucho”. “Se suele pensar que la AAL es una escribanía de la RAE, que obedece y se subordina a todas sus directivas —dijo—. No es así, y este material lo confirma de manera notoria”.
Martínez ponderó el salto cultural que significó para el ser humano —en los inicios de la humanidad— empezar a hablar, a nombrar las cosas, y fue más allá de ese hito: “La lengua no la hacen las academias ni los estados; la hace la gente, el pueblo. Con el tiempo, la RAE ha tenido que aceptar las nuevas palabras o usos de palabras” que van surgiendo.
El actor y dramaturgo habló de las palabras típicamente argentinas que encontró en el Diccionario y, en especial, de las malas palabras —recordó la ponencia de Roberto Fontanarrosa en el III CILE, en Rosario (2004), en el que había dicho que las malas palabras no existen—, y lo hizo por medio de una disertación en la que contó su experiencia en torno a las traducciones teatrales y a la interpretación actoral en películas y obras de teatro con diálogos llenos de coloquialismos bien argentinos.
Pelotudo, pendorcho, pendex son algunas de las palabras o malas palabras que destacó Oscar Martínez. “En España dicen que pelotudo tiene una potencia…”, exclamó jocosamente, e hizo referencia a la película española Toc Toc, en la que su personaje, argentino, tiene síndrome de Tourette y habla con lenguaje obsceno, y a cuyo director le importaba la contundencia sonora de las palabras. Luego compartió con el público lo que le pasó con la obra de teatro Art, que hizo junto a Ricardo Darín y Germán Palacios, en cuyo guion aparecía la voz conchudas, “palabra insustituible”, que despertaba carcajadas en el público. En la gira por España, se pidió que la interpretaran “tal cual, no solo con léxico argentino neutro”. Pero no entendían qué quería decir conchudas porque “es una palabra del léxico vulgar que existe solo en la Argentina”.
“Felicito a quienes hicieron el DiLA —expresó finalmente—. Recuperé palabras con este Diccionario. Aparecen palabras absolutamente nuestras que, a lo mejor, están en desuso. Una obra monumental”.
Santiago Kalinowski
El discurso de Santiago Kalinowski
No bien tomó la palabra, el director del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas (DILyF), de la AAL, agradeció a Ediciones Colihue por su compromiso y manifestó estar “contento con el resultado”.
Santiago Kalinowski enunció las novedades metodológicas del DiLA, “un diccionario diferencial, en el que más del 60 % de las palabras registradas son la primera disponible que tenemos los argentinos para nombrar o referirnos a una cosa”. Habló de las dos principales herramientas (dos corpus lingüísticos) que se usaron para encontrar e incorporar términos: el Corpus del Español del Siglo XXI (CORPES XXI) y los usuarios argentinos de la red social Twitter, dentro de la cual se recolectaron casi 650 millones de palabras.
Dio como ejemplos heladera —usada mayormente en la región del Río de la Plata— y guita —sin ninguna marca en el Diccionario de la lengua española (ex-DRAE), como si la usara el común de los hispanohablantes, cuando, en realidad no es del español general, sino que se usa con más frecuencia en el Río de la Plata—.
“En el intento de detectar y recoger palabras de las que no teníamos conocimiento, se usó Twitter como corpus lingüístico en colaboración con el Departamento de Computación y el Laboratorio de Inteligencia Artificial Aplicada de la UBA”, explicó Kalinowski. También habló de la “entropía”: “Si es baja, la palabra está muy concentrada. Si es alta, está homogéneamente distribuida. Con el Twitter, se querían encontrar palabras de entropía baja, detectar regionalismos internos en la Argentina. La mayoría de las palabas se comparten, las regionales son una minoría”.
“En vez de ir a buscar las palabras en el mar, con Twitter, se pesca en la pelopincho”, ilustró el lexicógrafo. Con esta herramienta, se obtuvieron muchos de los vocablos que integran el DiLA, como angá; angaú; asado, en el sentido de ´exhausto´; el prefijo azo aplicado a adjetivos o adverbios; manso como intensificador; mitaí.
Josefina Raffo
El discurso de Josefina Raffo
La lexicógrafa del DILyF pasó a la mesa especialmente para hablar sobre el tratamiento del género en el DiLA: las enmiendas aplicadas al contenido sexista en definiciones anteriores; es decir, las correcciones orientadas a incluir referencias a la mujer o al hombre que faltaban en determinados términos, en la versión anterior del Diccionario, la de 2008.
Josefina Raffo dio cuatro primeros ejemplos del contenido sexista que existía en la anterior edición con estas palabras: arrastrada, atorranta, loca y bataclana. Aclaró que, en esta tercera edición, se agregó una marca de uso despectivo en las definiciones “que nadie lee, pero es importante informar sobre el uso coloquial despectivo de una palabra”, e, incluso, se cambió la definición en algunas, como en loca: “mujer promiscua”.
También trató otros casos de enmiendas como en la expresión tirar la chancleta, que ya no hace referencia a la mujer nada más, sino al hombre o a la mujer. O en profesiones que se definían como exclusivamente femeninas —como en maestra jardinera— o exclusivamente masculinas —colectivero—, y ahora se enmiendan los lemas: aparece, por ejemplo, colectivero, ra.
Raffo destacó algunas de las características de un diccionario más inclusivo; tiene una mayor pertinencia y debe valorarse su imparcialidad: “el diccionario señala los usos despectivos u ofensivos, no los excluye, porque debe reflejar la realidad del habla de la Argentina”. El objetivo final, señaló, es que “si el hablante decide ser ofensivo, que, al menos, sepa el alcance de esas palabras”.
Pedro Rodríguez Pagani
El discurso de Pedro Rodríguez Pagani
El lexicógrafo del DILyF también pasó a la mesa especialmente y expuso ante el público sobre dos casos curiosos de vocablos de uso en la Argentina, uno registrado en la tercera edición del DiLA, y otro que se incorporará en la próxima.
Eisteddfod fue el primero de estos vocablos, una palabra que designa a una festividad de origen galés, que se celebra en distintas partes de la provincia del Chubut. Rodríguez Pagani explicó qué es y por qué debía estar en el diccionario esta voz galesa “tan exótica”: “Porque medio millón de compatriotas usa esa palabra, un regionalismo dentro de la Argentina. Y porque es contrastiva del español general: solo se usa en la Argentina, por más que sea solo en una franja de la Patagonia”.
La inclusión de este término “demuestra el grado de exhaustividad del Diccionario”, expresó Rodríguez Pagani, quien le asignó una gran importancia a las herramientas digitales para encontrar palabras como esta: “Se deben aprovechar los recursos tecnológicos para una lexicografía moderna, que registre el habla de todo el país”.
El segundo caso expuesto fue el del vocablo mafalda, usado en Córdoba, y que no se llegó a incluir en el DiLA. Los lexicógrafos del DILyF se enteraron personalmente en la capital de la provincia homónima —cuando estuvieron allí participando del VIII CILE a fines de marzo— de la existencia de esta palabra, que usan los cordobeses para nombrar a las medialunas de jamón y queso. “Debemos estar atentos. Si no bajábamos a tomar el café, nunca hubiéramos sabido de esa palabra —contó Rodríguez Pagani—. Pero también es necesario recurrir a las herramientas informáticas. A través del trabajo con Twitter se puede averiguar bien dónde se usa, cuál es su alcance”.