En la sesión ordinaria del jueves 25 de marzo, realizada de forma virtual, el académico de número de la AAL Antonio Requeni leyó su comunicación titulada «Augusto Monterroso. Escritor frugal», en homenaje al fallecido escritor hondureño-guatemalteco por el centenario de su nacimiento, que se cumplirá el 21 de diciembre del corriente año.
El artículo de Antonio Requeni se publica a continuación, y también será difundido —como se hace con todas las comunicaciones de los académicos leídas en sesión ordinaria— en el Boletín de la Academia Argentina de Letras —publicación impresa periódica y órgano oficial de la Academia—, en el número que corresponderá al período de enero-junio de 2021.
«Al referirse a Augusto Monterroso es inevitable citar el cuento breve, brevísimo, de sólo siete palabras, que lo hizo célebre: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.
Un crítico le dijo que eso no era un cuento y Monterroso le respondió que tenía razón; no era un cuento sino una novela. Pero sería injusto reducir el valor de su obra literaria a ese homeopático y feliz hallazgo narrativo. Monterroso fue autor de nueve libros en los que además de sus ingeniosas tramas, el lector se regocija con su imaginación, su ironía y un humor inteligentísimo.
Como Miguel Ángel Asturias y Luis Cardoza y Aragón, Monterroso nació en una pequeña nación centroamericana, Guatemala, en 1921, hace ahora cien años. Contaba 30 años y cumplía una función consular en Bolivia cuando se produjo el derrocamiento del presidente Jacobo Arbens, golpe de estado tras el que estaba la poderosa United Fruit Company. Monterroso renunció a su cargo diplomático enviando su renuncia a la United Fruit, con copia a la cancillería guatemalteca.
Después de algo más de dos años en Chile, se trasladó a México, donde se desempeñó como profesor de Literatura y contrajo matrimonio con la colombiana Milena Esguerra. Después de varios años se separó para casarse con su alumna Bárbara Jacob, veintitantos años menor. Con ella viviría en México hasta el final de su vida. Tal su biografía exterior; la del recatado y original hombre de letras se inauguró en 1959 —tenía 38 años— cuando la Universidad de México editó su primer libro: Obras completas y otros cuentos. Antes había publicado algunos relatos y críticas en revistas literarias. En una de ellas, la Revista de Bellas Artes, que dirigió se jactaba de haber dado a conocer el primer texto de un joven colombiano llamado Gabriel García Márquez.
En aquel primer libro de 1959 figura no sólo su famoso cuento —o novela— del dinosaurio, sino otras narraciones antológicas como “Mister Taylor”, la historia de un Inglés instalado en la selva amazónica, que se dedica a exportar cabecitas humanas jibarizadas, un cuento brillantemente escrito, irónico y macabro al mismo tiempo. Otro es “Sinfonía concluida”, donde un viejo organista guatemalteco encuentra en un archivo unos papeles muy curiosos que son los dos movimientos finales de la Sinfonía Inconclusa de Schubert. Entonces vende su casa, abandona su familia y viaja a Europa para mostrar su hallazgo. Omito el desenlace […]».