En algunas ocasiones, se da en los hablantes una alternancia en la formación de una palabra que se debe a diversos factores. En el caso que nos ocupa, entran en competencia la formación que toma la palabra latina fēmĭna, ae, con aquella que suprime una sílaba debido a la fuerte influencia que ejerce la palabra homicidio, basada en el latín hŏmo, ĭnis. Si bien la etimología es un punto de partida muy importante, en especial cuando se trata de formaciones cultas relativamente neológicas como femi(ni)cidio, igualmente importante resulta el paradigma léxico en el que la palabra se inserta y cuán anómala les resulta a los hablantes una palabra en relación a ese paradigma.
Decimos que se trata de una formación neológica porque es algo que tiene una historia relativamente reciente en español, como deja en evidencia el siguiente cuadro, en el que las primeras apariciones son de la década de 1970:
Decimos que es un cultismo porque tanto las raíces latinas como el verbo del cual derivó el formante -cidio (caedĕre, “caer”) no tienen uso en español actual y se recuperaron para acrecentar el léxico culto (operación muy frecuente, siempre que se requiere terminología específica).
En este, como en general en cualquier fenómeno léxico, lo único que realmente permite determinar qué forma prevalece es recorrer y analizar los datos lingüísticos disponibles. El criterio etimológico suele querer imponerse como el único válido cuando hay más de una forma en competencia pero las lenguas no se determinan por lo que estaba en uso hace miles de años. El hecho de que algo se decía de una determinada manera o que una palabra tuviera determinado significado en la Roma antigua no tiene relevancia más que como un punto de partida. Para poner un ejemplo un tanto burdo, la palabra persōna, ae significaba o bien ´máscara, especialmente la usada por actores´, o bien ´personaje o papel representado por un actor´. No hace falta ser un experto para saber que, en caso de estar transportando una máscara en el baúl de su auto, no sería buena idea que alguien dijera “llevo una persona en el baúl”.
Un caso real que se puede citar para ilustrar esto mismo es el de murciélago. El origen etimológico de la palabra tiene al sustantivo latino mūs, mūris (´ratón´), el adjetivo latino caecus, caeca, caecum (´ciego´), y el formante de diminutivo -ulus, -ula, -ulum (que sobrevive en muchas palabras como capítulo, literalmente ´cabecita´, corpúsculo, literalmente ´cuerpecito´, o folículo, literalmente ´bolsita´). Esto significa que la formación etimológica es murciégalo, como indica el hecho de que es la forma a la que se remite en el diccionario como origen de murciélago:
Y que es en murciégalo (marcada ya como desusada) donde está la etimología propiamente dicha:
Literalmente, por lo tanto, la palabra murciégalo se formó a partir del sintagma ´ratón cieguito´, con un desplazamiento del diminutivo hacia el adjetivo que es algo que todavía se puede hacer hoy en día en español en lugar de la más regular ´ratoncito ciego´. A lo largo de la historia del uso de la palabra, ocurrió un fenómeno llamado “metátesis” que provocó que el sonido [g] y el sonido [l] intercambiaran sus lugares.
Otro caso similar al par que nos ocupa es idiosincrásico/idiosincrático. La formación regular, basada en el sustantivo idiosincrasia, es la primera. Sin embargo, búsquedas en prensa argentina y española a través de Google dan que la variante “mal formada” se usa más que la etimológica (16/94 en Argentina, 5,87 veces más; 74/35400 en España, 478 veces más), mientras que CORPES XXI da que idiosincrásico es 3,5 veces más usada. Esta fluctuación se debe a la presión que ejerce sobre la palabra idiosincrásico el paradigma léxico terminado en -crático (burocrático, democrático, aristocrático, etc.). Esto provoca que exista un número creciente de hablantes a quienes idiosincrásico les suena anómala o directamente les parece un error. Al ser una palabra culta, con un uso bastante restringido, es probable que la fluctuación siga un buen tiempo antes de que prevalezca una de las variantes.
De acuerdo con los datos de CORPES XXI, la distribución de femicidio con respecto a feminicidio no es conclusiva. Más abajo, los cuadros de distribución sobre las frecuencias normalizadas (cantidad de veces por millón de palabras en que aparece) para ambas.
Corpes XXI
En cuanto a la cantidad de países, se ve que feminicidio lleva la delantera 14 a 11, con aparición de ambas variantes en 8 de ellos, pero la lista comparada no permite discernir un patrón de preferencia muy claro:
En amarillo, los valores en países con casos de ambas variantes que muestran una preferencia clara por una de ellas (Chile, 12 veces más; México, 31 veces más; R. Dominicana, 5.5 veces más).
Prensa argentina da unos 738000 resultados para femicidio, contra 82 de prensa española, mientras que feminicidio da en la prensa de ambos países alrededor de 935000 resultados. Es decir que, al menos respecto de España, la prensa está marcando una diferencia en cuanto a la variante femicidio en Argentina, aunque es una tendencia que CORPES XXI no corrobora.
Por otro lado, esta paridad que da la prensa para feminicidio resulta desmentida de manera contundente por Twitter Argentina, donde solo existen casos de femicidio, según la siguiente distribución por provincias, también en frecuencias normalizadas:
Resumiendo, de todas las fuentes de datos disponibles, solamente Twitter muestra una clara preferencia de Argentina por la variante femicidio. Este es un dato muy fuerte que permite vislumbrar el comportamiento espontáneo del hablante promedio, que no tiene por qué tener presente el origen etimológico de la palabra, como es de hecho el caso en toda lengua, ni abriga el prurito de mostrar que conoce ese origen. Prensa de Argentina y España da que feminicidio es la más usada en ambos países mientras que femicidio se usa en Argentina, con unos 200000 resultados menos. Los datos de prensa, al depender del algoritmo de búsqueda de Google, son menos confiables, en especial porque se desconoce la cantidad total de palabras consideradas. CORPES XXI muestra una distribución un tanto inespecífica, con algunos países con presencia de ambas decantándose por una de las dos.
Todo parece indicar que, a pesar de que existe una fuerte paridad entre ambas variantes en ámbitos donde la escritura está profesionalizada (como es el caso de la prensa), al menos en Argentina, único país para el que contamos con datos confiables de Twitter, el par que parece estar imponiéndose entre los hablantes es homicidio/femicidio. Esto se debe a que, muy probablemente, esa sílaba “adicional” en feminicidio se percibe como una irregularidad o un error, que no se ajusta a la pauta sentada por la palabra homicidio.