El templo griego, aferrado a la tierra, es el símbolo de lo clásico. Esa mirada hacia la tierra y, sobre todo, hacia el interior del hombre explica la pugna —el agón— entre razón y pasión que se desata en las tragedias de Eurípides. Las pasiones exacerbadas aniquilan la vida humana. Dice Francisco Rodríguez Adrados que la primera presentación de los problemas profundos de la vida humana, incluidos los del amor, se hizo en Grecia (en la épica, la lírica, el teatro) a través del mito: cierto que humanizado, penetrado de vida contemporánea.