DILyF, AAL
A medida que avanza la primavera y más aún en estos tiempos de teletrabajo, cuando el vestuario formal no abunda, una simple remera basta para cubrir nuestro torso. Pero el uso de la palabra remera, en cierto plano, no tiene nada de simple.
Como dijimos en una columna reciente, hay palabras que nos sorprenden al enterarnos de que en otras regiones hispanohablantes no se emplean, o se emplean pero con otro significado. Son palabras que decimos, escuchamos, leemos y escribimos con frecuencia y que a la vez tienen un registro neutro, es decir, que se usan tanto en situaciones informales como formales. A la vez, se refieren a realidades cotidianas, básicas, presentes en todo el mundo donde se habla español y probablemente en la mayor parte del planeta. En aquella ocasión, nos referimos al ámbito de la cocina y mencionamos el de los alimentos y el de la ropa. Hoy nos detendremos en este último, ilustrándolo con el foco en tres palabras: remera, camiseta y saco.
Empezamos con elegancia: saco. El término es una voz general, puesto que es la más usual para designar esta prenda en América, donde vive más del 90 % de los hispanohablantes. Sin embargo, si buscamos su significado en el Diccionario de la lengua española (DLE), hallaremos una definición que resulta algo críptica: ´chaqueta, americana´. Este tipo de definiciones se denomina sinonímica y es muy práctica si el lector del diccionario maneja con soltura la variedad de español en que se redacta la obra, pero a veces poco esclarecedora si quien consulta el texto es un hablante de otra variedad. ¿Por qué se ha redactado de esta manera la definición de saco en el DLE? Muy probablemente porque los redactores suelen ser españoles, y en España la palabra más usual para la prenda de vestir en cuestión es chaqueta. En la variedad peninsular, las personas, en una situación formal, visten con chaqueta. Desde luego que esto no implica la ausencia o el desconocimiento total en América de la palabra chaqueta con el significado de ´saco´, ni que la palabra saco con ese sentido sea absolutamente ignorada en España (de hecho, en las islas españolas Canarias saco es la voz mayoritaria). En geografía lingüística no existen las fronteras (casi siempre) estrictamente demarcadas de la geografía política. Perfectamente podemos leer chaqueta en Argentina, por ejemplo en una revista de moda, donde por cuestiones estilísticas se elegirá, a veces, esta forma usual peninsular.
Pasamos a remera, definida en el Diccionario integral del español de la Argentina (DIEA) como ´prenda de vestir informal, liviana y sin cuello, generalmente de mangas cortas, que cubre el torso´. Sin embargo, al consultar el DLE, es posible darse una idea de la escasa familiaridad de los hablantes peninsulares con este término vinculado al mundo de la ropa: “remero, ra. m. y f. Persona que rema o que trabaja al remo”. En América, observamos que, para designar esta prenda de vestir, la variedad de formas léxicas es formidable: playera, polo, franela y otros vocablos que confundirían aún más a un argentino porque con ellos denominamos otras prendas, como pulóver (en Cuba) o polera (en Chile). Remera, con el sentido asignado en nuestro país, es propia también de Uruguay y, en menor medida, de algunas regiones de Paraguay, Bolivia y Chile. Por su parte, en España, con este sentido, se emplea camiseta, y esto nos introduce en la tercera palabra que trataremos hoy.
Camiseta es, en nuestro país, la voz usual para nombrar la ´prenda de vestir sin cuello, con mangas o sin ellas, que cubre el tronco y que se usa debajo de otra prenda para abrigarse´ y también la ´remera que usan los jugadores de un club, un seleccionado, etc. que tiene los colores y los emblemas del equipo al que representan´ (DIEA, ambas definiciones). En algunos otros países hispanohablantes, incluida España, como vimos recién, además de estas dos acepciones, camiseta tiene el sentido de la prenda interior que abriga el torso. Teniendo en cuenta la cronología de la ropa y la elección de palabras que la designan, podríamos sugerir que al aparecer la remera, algunas comunidades lingüísticas (por ejemplo, la peninsular) optaron por conservar el mismo nombre para ella que para la prenda interior, un objeto ya existente, llamada camiseta, con la cual guarda varias características semejantes, mientras que otras comunidades (Argentina entre ellas) prefirieron distinguir ambos artículos del vestuario mediante otro término para referirse al más nuevo, y fueron inclinándose por las diferentes opciones con que ejemplificamos antes.
Este breve examen nos muestra no solo que existen palabras muy usuales que consideraríamos parte del español general y que no lo son, sino también que una lengua no conforma un código absolutamente formal y sistemático, donde el objeto A se llama siempre A en todos lados, el B se llama siempre B en todos lados, etc. Lejos de eso, la riqueza dialectal refleja los diferentes modos en que las comunidades de hablantes de una lengua van privilegiando, por razones que no siempre están claras, ciertas opciones léxicas en detrimento de otras.